Podría aburrirlos
contando como llegamos a realizar este viaje, pero creo que no es el tema que
nos compete realmente, así que simplemente lo resumiré repitiendo una frase que
escuche y leí muchas veces: “el mejor vino es el que se comparte”. Así es que
si este viaje lo hubiera hecho solo no seria igual, por suerte tuve la posibilidad de compartir con amigos, viejos y nuevos.
Pasemos al recorrido
¿les parece? La primera bodega que visitamos fue Colomé, bodega que siempre
deja bien parada a Argentina en el exterior, dentro del país ya es una vieja
conocida, al menos para los que disfrutamos los vinos de alta gama. Esta bodega
presume de ser la mas antigua de nuestra república al contar con mas de 180 años de edad, eso es
un orgullo para cualquiera del nuevo mundo vitivinícola, luego de cambiar unas
pocas veces de dueños termino en mano de Donald Hess en 2001 y de ahí comienza
una nueva historia. La bodega Colomé además de ser la mas antigua posee también
el viñedo mas alto del mundo, denominado justamente “altura máxima” ubicado en
Payogasta a 3111 msnm. ¿A más altura mejores vinos? Eso lo decidirán ustedes,
por mi parte les diré que la personalidad es otra, después el consumidor elige
según sus gustos. Colomé posee ademas
una fundación que ayuda a los habitantes de la zona con alimentos, salud y educación,
si bien los fondos provienen de la firma Hess Family Estates se aceptan
donaciones.
Después de Aprender
un poco de la bodega pasemos a lo que seguramente les interesa, los vinos.
Antes de almorzar comenzamos la degustación con un Torrontes 2012, un color
amarillo pajizo muy brillante con una nariz frutada y un toque de azahar y
miel, bien amalgamados y delicados todos los aromas, en boca buena acidez sin
ser punzante y el alcohol muy bien equilibrado. Al finalizar el almuerzo nos
convidaron un helado de torrontes con dulce de cayote y nueces y a pesar de ser
un vino seco marido a la perfección con el postre, uno de mis pocos
experimentos que salieron triunfantes entre un postre dulce y un vino seco,
punto a favor para la versatilidad del vino.
Luego del vino blanco
llegaron tres malbec pertenecientes a la línea “Lote Especial” todo del 2010,
los viñedos de estas botellas están ubicados en San Isidro, Colomé y el Arenal
a 1700, 2300 y 2600
metros del altura, con estas botellas se genero el
primer gran debate del grupo. El primero fue un vino que en el momento de caer
en la copa desato un abanico de aromas, acá uno entiende lo que son los frutos
rojos, además se valora tanta intensidad en un vino Argentino de mas de 2 años,
el segundo sorprendió un poco menos y el tercero como que hasta ahí, pero por
suerte estábamos con tiempo y de a poco los vinos se fueron abriendo y el
“arenal” que fue el ultimo de la serie libero toda su mineralidad, las frutas
fueron suplantadas por especias, nuez moscada sobre todo, ahora si, la sorpresa
apareció y llovieron halagos para este muchacho, el segundo corrió la peor de
las suerte, no por no tener atributos, sino porque engloba a los dos, frutas y
especias, pero el que mucho abarca poco aprieta y los votos fueron comprados
por la intensidad, creo que al igual que los otros dos, si lo bebiéramos solo daría muchas satisfacciones. La madera por su parte no tuvo mucho protagonismo
gracias al buen equilibrio y eso creo que nos gusto a todos, el roble es bueno,
siempre que no tengas que masticarlo en el vino. Así que Gracias Thibaut
(enologo de la bodega) por no hacer abuso de este recurso. Cerramos la
degustación con el Colomé Estate, también un Malbec del 2010, este es el
caballito de batalla de la bodega en el exterior y esta compuesto por los otros
3 vinos con un mayor porcentaje del "Colomé", lo miremos de esta forma, los “Lote
Especial” son las princesas pero la reina es el Estate, delicadezas si las hay,
un vino que tal vez deberíamos esperarlo un poco mas en botella para que gane en
complejidad, entre los 4 tintos pongo mis fichas en el, tal vez influyo que iba
a la perfección con la colita de cuadril que comimos, lo cual es lógico ya que investigando
(leyendo el menú) vi que la salsa que acompañaba la carne lo tenia de
protagonista a este vino. De todas maneras creo que lo seguiré eligiendo por el
tiempo de vida que tiene, mas allá de su complejidad aromática y su sencillez
para ser bebido, en su juventud también suma.
Luego de la sobremesa
fuimos a visitar el museo James Turrel, es algo diferente a lo que uno esta
acostumbrado, un lugar que juega con la mente y no nos prohíben tocar las obras,
de hecho esta diseñado para interactuar con las mismas, mucho no quiero
decirles porque seria contarles como termina la película, así que los que no
son amantes del vino tienen otra excusa para visitar la bodega, además en el
camino que los lleva al museo podrán aprender que hay vida después del malbec
como decía mi eterno profesor y conocerán uvas no tradicionales en Argentina
como la Mourvedre
por nombrar una.
Al terminar la visita
y mientras aguardábamos que nos vinieran a buscar para retornar a Molinos,
pueblo en el cual pasamos la noche, comimos una picada de quesos la cual
acompañamos con otro “Lote Especial” llamado “Misterioso,” nombre que le da el
desconocimiento de las uvas con la que esta elaborado, personalmente creo que
en su mayoría es Torrontes, Chardonnay y Riesling, seguramente algunas mas.
Este vino tiene un hermoso color amarillo verdoso con reflejos dorados, una
nariz muy cítrica pero con un toque mineral y el jazmín y la miel del
torrontes, todos descriptores puntuales de las uvas que creo que lo componen,
un vino con buena acidez y alcohol bien equilibrado que acompaño la tabla de
quesos de manera correcta.
Ahora si,
finalizamos con los vinos y aparecieron las camionetas, y en esto quiero
realmente agradecer a la bodega mas allá de la excelente atención, les cuento
porque. El Verano es la época de lluvia y para cruzar desde Molinos a Colomé
hay que atravesar un rió a lo ancho, debe tener 150 metros
aproximadamente, cuando esta crecido ni las
camionetas cruzan, mucho menos nuestros autos, la bodega tuvo la
amabilidad de trasladarnos con una pala mecánica al otro lado del rió y luego
acercarnos en 2 camionetas hasta la bodega que se encuentra a 16km
aproximadamente de este, el mismo proceso en sentido inverso se cumplió para
nuestro retorno. Ademas el Sommelier de Colomé Pedro Aquino y su equipo
gestionaron un día que no olvidaremos.
Para terminar con
esta primera parte les informo que compramos el “Colomé 180 años” así que
cuando lo beba les cuento. El viaje es largo, pronto seguiré con las próximas
visitas. Santé!
Fabuloso viaje, y un gran agradecimiento a tan excelentes anfitriones. Bodegas Colomé mis felicitaciones.
ResponderEliminarConoci a esta Bodega el Septiembre pasado, estaba solo y en moto y a todo me encantó, incluso la comida fue la misma. Son vinos inolvidables que se vendem en Brasil, donde vivo
ResponderEliminarQue alegría que hayas podido llegar a la bodega, la verdad que es un paisaje increíble que junto con los vinos brindan una muy buena experiencia. Creo que la carne es el plato mas tentador del menú ¿no?. Que bueno que conozcas estos vinos. Saludos!
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