“Chicos,
recuerden que en 10 días es el día del malbec, tenemos que juntarnos”. Esta
frase abrió la idea en mi grupo de amigos y colegas para comenzar nuestro festejo. Siempre
que hacemos reuniones distendidas elegimos un restaurante que nos permita
llevar nuestros vinos y pagar un descorche, ese día en lo único que nos
enfocamos es en pasarla bien y los análisis quedan para uno, aunque siempre se
comparte un me gusto o no me gusto, pasar una noche agradable es el único requisito,
y claro, llevar un buen vino.
Este año fue un poco más improvisado si se
quiere ya que se nos pasó por alto conseguir el restaurante donde íbamos a
comer, afortunadamente Ivana –integrante del grupo- consiguió ese mismo día el
permiso del descorche y reservó para las 10 personas que asistiríamos. En Tucumán
el llevar tu propio vino no es muy normal, hay que pedir permiso y obviamente
esperar que acepten nuestra condición, en este caso Olivia (San Luis y
Lamadrid) hizo una excepción y ahí comimos.
Mientras llegaba la gente pedimos unas
empanadas para que nuestro estomago no se altere y, como era el día del malbec,
comenzamos con un rosadito de esta cepa, en esta oportunidad fue un Coquena
2011 de bodega Yacochuya, una de las 5 mejores bodegas que actualmente tiene Cafayate,
al menos a mi entender, el vino tenía muy buena nariz, frutal pero sobre todo
floral, una boca con buena acidez pero sus casi 15º de alcohol se hicieron
notar, probablemente el paso de los años no lo trato bien y perdió estructura
para aguantar ese alcohol, o talvez es la idea del vino, tampoco es que
molestaba pero si tenía un punto para arriba que calentaba la boca, de todas
maneras la botella desapareció rápido.
La inminente llegada de nuestra comida, obviamente
carne vacuna, hizo que sigamos con los tintos, y para seguir con grandes
bodegas pasamos a una de las que tienen un lugar asegurado en mi paladar,
bodega Riglos, de la línea Quinto un malbec de 2010 que se mantiene intacto,
muy buena fruta en nariz y en boca, un vino que nunca te dejara mal parado y acompaña
las comidas sin llamar la atención a los menos observadores, pero el que presta
atención seguro emite una sonrisa de complicidad con la bebida, creo que en mi
mente escuche un “qué bien estas”.
Charlábamos mucho y el tiempo pasaba, “apuremos
con los vinos” se escuchó en la mesa, el mozo ni lento ni perezoso nos acercó
el Viejo Isaías Reserva 2011, un vino que mostró una gran expresión, pero debo
confesar que su fruta un poco cocida me hacía creer que era del norte, pero no,
es de Mendoza, ya había probado otras cosas de la bodega y me parecían bastante
correctas, este en cambio me pareció un vino para destacar, entiendo que a no
todo el mundo le gusta este tipo de notas frutales pero al que sí que lo
pruebe, además el chocolate que presenta me recuerda a esas barras con pasas de
uvas ¿vieron?, la madera bien integrada y lo más importante creo yo, una boca
muy bien equilibrada. Me gusto y creo que su estructura le da unos añitos más.
¿Con que seguimos? pregunto el encargado de
nuestra mesa al ver que nuestras copas llegaban al final y la botella ya estaba
vacía, seguimos con el Decero 2010, un gran exponente de agrelo. Acá es donde algunos piensan, ¿todos son
grandes vinos? ¿Todos están buenos? Y les diré que sí, todos los que probamos ese dia lo fueron y todavía falta, además si me traen malos vinos los sommeliers
estamos perdidos ¿no?, este vino lo conocemos bien en nuestro circulo, lo
bebimos una y otra vez y todavía sigue preservando su colore y brillo además
de su esencia, un poco más evolucionado que en 2011 cuando lo probamos por
primera vez y con una fruta fresca que no se dejó tapar por la potencia del vino
anterior, la verdad que mientras escribo lo recuerdo y busco alguna copa en mi habitación,
pero bueno, será para alguna próxima reunión el siguiente trago del¡ este vino.
La charla se seguía extendiendo y vinos
sobraban en nuestro stock personal, pero hubo un detalle que no tuvimos en
cuenta, el restaurante tenía que cerrar en algún momento y ya se empezaban a
guardar las sillas y mesas que se encontraban afuera, ante esto preferimos
cerrar nuestra noche con otra de las
grandes bodegas de Cafayate, se destapo un Laborum 2007 del Porvenir y claro,
dio que hablar. Lo servimos y les recomendé darle 5 minutos para que el gigante
se estire después de estar encerrado tanto tiempo. Un poco impacientes algunos
comenzaron a beber y ya todos los siguieron, “che pero el vino esta bueno, que
esperamos” expreso uno de los comensales, bueno, a los pocos minutos la caras de satisfacción
me dio la razón y pensé “eso esperan”, el vino empieza a crecer en copa y no se
cae nunca. Si bien creo que las nuevas cosechas son superlativas a comparación de
esta, me parece que 2007 fue un gran año para la bodega que en aquel entonces
llevaba el nombre “El Porvenir de los Andes”. Broche de oro, charlas amenas y
si bien faltaron algunos colegas y vinos por abrir fue un descanso de media
semana que trajo buenas etiquetas.
Una vez más probamos muchos malbecs, una vez más
entendimos porque es nuestra cepa insignia, es difícil hoy en día encontrar malos
malbecs en Argentina y hace 2 o 3 años atrás no era tan así, esto me hace creer
que evolucionamos muy rápido. No caigamos en repetir solo esta uva, como decía mi
profesor, “hay vida después del malbec”. Argentina creo que encontró una gran
calidad en cepas como el Tannat, el Syrah y el Cabernet Franc, hay que darles
una oportunidad a ellas. Espero que hayan podido beber buenos vinos ustedes también
y si no, prueben algunos de estos y si no los pueden conseguir avisen, de algún
lado los sacaremos.